Frase del día

"Si quieres conocer el espíritu de un pueblo, visita su mercado y fíjate cómo se alimenta." Juan Marí Arzak

lunes, 16 de agosto de 2010

Época de Quesos: La historia de la picada

Ubicada en el centro de Tandil, se encuentra esta casa sin ochava, la única de la ciudad según cuentan los lugareños, donde funciona este almacén de campo conocido como Época de Quesos.

La historia de esta esquina emblemática comienza con la llegada de Ramón Santamarina, un español arribado a la Argentina alrededor de 1850, quien participó del desarrollo de la ciudad para permitir que sea la que hoy conocemos. Por aquellos años, los viajes de Buenos Aires a Tandil demoraban tres o cuatro meses de recorrido en carreta, por lo que se hizo necesario contar con “La Posta del Centro”, edificada en 1860, que hoy en día es la instalación donde funciona “Época de Quesos”. El edificio fue adquirido en 1920 por la familia Diez, los actuales propietarios, para convertirla en almacén de ramos generales. En 1970, tras el cierre de “el Almacén del Centro”, la Municipalidad de Tandil declaró Monumento Histórico al edificio, que se mantuvo cerrado durante los siguientes veinte años.

A partir de 1990 y, tras unos cuantos meses de restauraciones, abre al público de la mano de Teresa Inza, este almacén de campo, donde se ofrecen los mejores productos de la región: quesos caseros, chacinados, embutidos, pan de campo, frutos secos, cervezas, dulces y mermeladas elaborados artesanalmente, variedad de tés y otras delicatesen. Todo esto se puede degustar en el lugar o comprar para llevar.

Desde que se ingresa al lugar se vivencia la cordialidad de su gente; siempre atentos consultan si ya se ha visitado e invitan a recorrer sus instalaciones (todas abiertas al público) y luego elegir un lugar para degustar todas las delicias que ofrecen.

Para los días fríos y ventosos del invierno, es recomendable ubicarse en algunos de los pintorescos rincones interiores como la matera, el bar, o la cocina. En los días más cálidos se podrá disfrutar del encantador patio, decorado con objetos antiguos, como el resto de la casa, pero que además incluye un auto de época.

Cualquiera sea el área elegida para pasar un grato momento, serán atendidos con mucha hospitalidad por gente muy agradable, donde al compás de la música folklórica argentina (a un volumen adecuado) nos ofrecen la pintoresca carta y nos sirven sus deliciosos productos luciendo con gracia sus “batones”, tal como se le llama a esos vestidos sueltos y abotonados que usaban nuestras abuelas (las de antes, por supuesto; lo aclaro porque yo tengo una abuela muy coqueta que vive vestida a la moda).

Pero como una sola “Época de Quesos” no es suficiente, desde hace poco tiempo, ya está disponible la primera sucursal establecida en un antiguo silo-galpón ubicado en el Mercado de Frutos del Tigre (Buenos Aires). Allí sus propietarios, siempre atentos a todos los detalles, han recreado un nuevo lugar histórico para descubrir las exquisiteces de Tandil a pocos minutos de la Ciudad de Buenos Aires.

Así que tanto en Tandil, como en Tigre, podemos disfrutar de las mejores picadas y fondues todos los días del año, de 9 am al final de la jornada, aunque vale la pena aclarar que suelen cerrar de vacaciones la última quincena del mes de diciembre.

Más información: Época de Quesos
También están presentes en Facebook.

lunes, 9 de agosto de 2010

Productos orgánicos a domicilio

Muchas veces nos pasa que comprar productos orgánicos puede ser complicado por los costos y la disponibilidad de los mismos cerca de nuestros hogares. Sin embargo, cada vez existen más posibilidades de acceder a los mismos, como es el caso de aquellas producciones orgánicas que están asociadas a pequeños productores cercanos a la zona de venta.

Por eso a continuación encontrarán dos opciones para el delivery de verduras orgánicas, que te envían a tu casa lo que precises, directo de la tierra, y a precios razonables:


Tallo Verde

Este es el delivery de frutas y verduras más conocido en la ciudad. Permite seleccionar tres tamaños de pedido (que van de los $67 a $95, e incluyen de 10 a 20 productos distintos) y armar cada pedido con lo que uno quiera. Y realmente hay de todo para elegir: desde clásicos como mandarina o cebolla a figuritas dificiles como mizuna, orégano y cilantro fresco, pak choi y demás. A su vez tienen unas selecciones pre-armadas con un poco de todo. La web es muy prolija y fácil de entender; según los barrios, entregan una, dos o tres veces a la semana y son puntuales. La diferencia radica en que ellos mismos integran la producción y la venta. Es decir, cosechan en huerta propia, empaquetan y envian a tu casa.

Pedidos a través de www.talloverde.com


Iriarte Verde

Opción de estética mucho más modesta, en este caso se trata de un proyecto de Icecoop, una cooperativa que realiza varios proyectos de economías alternativas. En Iriarte Verde, se unen productores familiares de diferentes regiones del país, para armar sus combos. También tienen tres tamaños de pedidos, de 4 kilos, 6 kilos y 12 kilos, que van de $34 a $68. El sistema aquí es distinto: uno no elige lo que le mandan, sino que ellos arman una selección según lo que haya por estación. Esto tiene ventajas (está bueno encontrarse con productos que no solemos utilizar por desconocerlos) y desventajas (estar obligado a cocinar con productos que uno por su cuenta a veces no pediría). El delivery se hace dos veces por semana, es puntual, tienen dos zonas de envío (una gratis, otra con $4 de costo adicional). Y más allá del canasto prearmado, se pueden sumar huevos, frutas, yerba, quesos, miel y cerveza orgánica. La web es solo info institucional, las instrucciones las mandan por mail previo llamado.


lunes, 2 de agosto de 2010

Necesitamos más sentidos involucrados: Jaume Estruch

“Cuanto menos probable es que se produzca un evento, más información nos reporta.

Si decimos ‘este helado va a estar frío’, este mensaje prácticamente no lleva información. Si decimos ‘estas peras azules resultan picantes’, este mensaje lleva gran cantidad de información, porque es algo inesperado.

Finalmente, somos consumidores de improbabilidad, que es lo que hace que tengamos esa necesidad de cambiar, de evolucionar, de buscar en el exterior la información que necesitamos.

¿Cómo obtener mayor cantidad de información? Necesitamos complicar ese mensaje, más complejidad sensorial, más impredictibilidad, más sorpresa. Necesitamos más sentidos involucrados. Estamos malviviendo sensorialmente en una sociedad bidimensional, audiovisual, cuando estamos programados para muchos más sentidos.

Cuantos más sentidos seamos capaces de involucrar, más cantidad de información, más densidad de sorpresa podremos recibir”.