Frase del día

"Si quieres conocer el espíritu de un pueblo, visita su mercado y fíjate cómo se alimenta." Juan Marí Arzak

lunes, 2 de febrero de 2009

Salir a comer... un acto de fe?

Cuando salimos a comer a un restaurant, bar, patio de comidas, compramos algo en un local de venta de alimentos, puestos ambulantes, o simplemente en el comedor de la empresa, institución o en un evento, lo hacemos con la intención de alimentarnos y pasar un buen momento.
No nos detenemos a pensar si lo que vamos a consumir puede afectar a nuestra salud. Y lo peor de todo es que no podemos diferenciar a simple vista un alimento seguro de aquel que pueda provocarnos una enfermedad.

Entonces, ¿cómo hacemos para estar tranquilos si no podemos confiar en nuestros sentidos? Se trata entonces de un acto de fe? De "encomendarnos" a quienes nos dan de comer?
La única forma de prevenirlo es asegurar la inocuidad de los alimentos que brindarán durante el servicio. Serán los responsables de cuidar por la seguridad de los clientes, a partir del cuidado de las merdaderías a vender.

Algunas medidas a implementar en los establecimientos son:
  • Establecer un estándar de calidad.
  • Mantener las condiciones ambietales y edilicias, así como el desempeño del personal.
  • Controlar las materias primas desde la recepción, almacenamiento, manipulación, elaboración de los platos y servicio.
  • Mantener la cadena de frío de los productos que lo requieran.
  • Controlar la higiene personal.
  • Descartar los alimentos vencidos, alterados, mal manipulados o contaminados durante la conservación, procesamiento o por falta de higiene.
  • No utilizar alimentos de origen dudoso, obtenidos de fuentes inseguras o insalubres. Comprar las materias primas a proveedores habilitados y confiables. Trabajar siempre con los mismos proveedores, acordando la calidad de los productos y las condiciones de entrega.
  • Evitar la preparación de alimentos con demasiada anticipación al consumo.
Recomendaciones para los comensales:
  • Evitar el consumo de pescados y mariscos los días lunes. Elegir aquellos lugares donde se conoce que trabajan con productos frescos. Consumirlos preferentemente en zonas pesqueras.
  • Prestar especial atención en la conservación de aquellos alimentos que se consumen frescos. Por ejemplo, evitar solicitar una picada si al entrar al restaurant se ve que están preparadas por adelantado, ya que no sabemos cuánto tiempo hace que los quesos y fiambres se encuentran a temperatura ambiente, al igual que cuando vamos a comprar sandwiches y los mismos no están adecuadamente conservados en la heladera.
  • Evitar el consumo de empanadas y tartas sin calentar adecuadamente, ya que muchas veces se encuentran sobre el mostrador en contacto directo con el aire y al paso del público o que se dejaron enfriar a temperatura ambiente, especialmente si contienen carnes, ya que se trata de un medio propicio para el desarrollo de microorganismos.
  • Elegir lugares "de confianza", aquellos a los que vamos, compramos o contratamos sus servicios con asiduidad.
  • Evitar lugares donde la higiene personal y del establecimiento resulten insuficientes.
  • Evitar el consumo de alimentos con mal olor o con color diferente del habitual.
  • No consumir helados o productos congelados que muestren indicios de descongelamiento, ya que es posible que hayan permanecido a temperaturas superiores, propicias para el desarrollo microbiano, por tiempo indeterminado.
Prevenir la contaminación de los alimentos es la primer medida que se debe tomar. Debe ser la responsabilidad número uno de todo profesional gastronómico. Por lo tanto, es necesario promover la implementación de prácticas, procedimientos y procesos que permitan obtener alimentos seguros, evitando que aumenten las posibilidades de contaminación o la multiplicación de los microorganismos que ya están presentes en los mismos.

Por eso, preparar y servir una comida sana es una obligación y esta tarea solo puede cumplirse con un correcto tratamiento de los alimentos.

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